viernes, 2 de septiembre de 2011

El hambre es un crimen, en Somalia y en todas partes


En el planeta se producen alimentos para 12.000 millones de personas y, pese a que somos poco menos de 7.000 millones, son endémicas y cada vez más frecuentes las situaciones de hambruna y mortalidad fulminante y masiva a causa de ellas.
No hay prácticamente ningún continente, incluyendo el europeo y con especial saña en el africano, que no sufra regularmente estas hambrunas y su secuela trágica de muerte y desesperación para los más indefensos e inocentes, niños y niñas en edades muy tempranas.
Estas hambrunas son un contrasentido siniestro en un mundo que produce sobre-abundancia de alimentos, una ofensa a la razón y a la misericordia humana, una triste confirmación, la enésima, de que esta es una globalización fundada en intereses privados, en el lucro y la codicia extremas, en la especulación y el sacrosanto “mercado”… Cuando la lógica de esa globalización se aplica a los sectores de negocio globales más rentables, como las armas, las drogas, el tráfico y la explotación de mujeres y niños, o la especulación alimentaria, hay que saber que eso arroja al sufrimiento y a la muerte a millones de seres humanos.
Lo que está pasando en Somalia, en el llamado “cuerno de Africa”, las imágenes terribles de masas ingentes de mujeres y niños vagando sin destino en busca de algo de agua y de alimento, no es un golpe de mala suerte a causa de la pertinaz sequía y la pobreza infinita de un país que no es ni siquiera eso, en el que no hay estructuras económicas o administrativas, en el que el territorio es un erial en disputa permanente por bandas fanáticas de todo signo pero todas con un común proveedor de armas.
Todos esos factores negativos se unen para provocar una de las mayores catástrofes humanitarias de los últimos tiempos, agravada por las enormes dificultades para hacer llegar la ayuda a los damnificados, por la acción de las bandas armadas o por el aumento brutal del precio de los alimentos dada su escasez.
Desde SOTERMUN no queremos y no podemos inhibirnos ante tanto sufrimiento y, mientras llegan las soluciones estructurales a estos desastres, que no son naturales, en forma de un orden económico y social global, humano y racional por solidario… tomemos la iniciativa solidaria para paliar mínimamente tanto dolor.
Por Manuel Zaguirre

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